2.
LA
INSPIRACIÓN DE LAS ESCRITURAS
El que una religión sin escrituras inspiradas podría ser
divina es una posibilidad concebible. Sobre el particular dice el profesor
Frank L. Patton: Si basado en simples pruebas históricas se puede establecer
que Jesús hizo milagros y proclamó su divinidad; si se puede demostrar que fue
crucificado para redimir a los pecadores, que resucitó e hizo depender el
destino del hombre de su aceptación de él como salvador, luego fueran los
registros históricos inspirados o no, ¡hay de aquel que descuida una salvación
tan grande!
Sin embargo no necesitamos
discutir con más amplitud esa posibilidad, pues no se nos ha dejado en dudas en
cuanto al asunto. “Toda la escritura es inspirada por Dios” (Dios le imparte su
hálito), declara el apóstol Pablo (2ª Timoteo 3:16). Por su parte el apóstol
Pedro afirma: “porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino
que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”
(2ª Pedro 1:21).
El diccionario de Webster define a la inspiración de la
siguiente manera: “es la influencia sobrenatural del Espíritu de Dios ejercida
sobre la mente del hombre, influencia que capacitó a los profetas, apóstoles y
escritores sagrados para exponer la verdad divina sin mezcla de error”. Por su
parte el diccionario Espasa-Calpe dice: “intimación que Dios hace al escritor
sagrado para que escriba acerca de una determinada materia, junto con una
asistencia especial para que no yerre en su exposición”.
De acuerdo con lo expuesto por el doctor Gaussen,
inspiración es “el poder inexplicable que el Espíritu Divino ejerce en los
autores de las escrituras, para guiarlos aun en el empleo de vocablos que deben
usar, y preservarlos de todo error u omisión”.
La inspiración según la definición formulada por el apóstol
Pablo en este pasaje 2ª Timoteo 3:16, “es un soplo recio, consciente, de Dios
en el hombre, capacitando a éste para expresar la verdad”. Nos dice el doctor Williams Evans: es dios
quien habla por medio del hombre y por lo tanto el antiguo testamento es la
Palabra de Dios como si Dios mismo hubiera pronunciado cada una de las
palabras. Las escrituras son el influjo o hálito divino, así como la respiración
acompaña en el hombre la pronunciación de las palabras. La declaración de Pedro
se puede decir que indica que el Espíritu santo se encontraba presente de forma
especial y milagrosa con los escritores de las Sagradas Escrituras y en ellos,
recalcándoles las verdades que no habían conocido antes y guiándolos igualmente
en el registro de estas verdades y en todo acontecimiento que habían visto y
oído, de manera que eran testigos capacitados para presentarlos con suficiente
exactitud a otros.
Uno llegaría a la conclusión por la lectura de diversos
credos cristianos, que el cristianismo es un asunto complicado, saturado de
enigmas teológicos y cargado de definiciones confusas. No es ese el caso, las
doctrinas del nuevo testamento tal como fueron expuestas originalmente, son
simples y se pueden definir con sencillez. Pero con el transcurso de los años,
la iglesia se vio confrontada con puntos de vista erróneos y defectuosos en
cuanto a doctrinas, y se vio obligada entonces a cercarlas y protegerlas con
definiciones. De este proceso de definición exacto y detallado surgieron los
credos. Las declaraciones doctrinales jugaron un papel importante y a la vez
necesario en la vida de la iglesia, y se convirtieron en obstáculos sólo cuando
la fe viva fue reemplazada por el mero asentimiento a dichas declaraciones.
La doctrina de la inspiración, según se enuncia en la
Palabra, es muy sencilla, pero la presentación de puntos de vista erróneos y defectuosos
hizo necesario “proteger” la doctrina mediante definiciones amplias y
detalladas. En oposición a ciertas teorías, es necesario sostener que la
inspiración de las sagradas escrituras es:
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